Hoy es el 125 aniversario de la fundación en 1891 de la Agrupación Socialista de Toledo, alentada por un obrero de la Fábrica de Armas, Facundo Perezagua, quien treinta años después se alinearía con las ideas comunistas cambiando de siglas para fundar un nuevo partido, el PCOE.
Con sus luces y sus sombras, como toda organización humana, nadie puede negar que el PSOE forma parte de la Historia Contemporánea de España tras haber gobernado durante décadas o ejercido como primer partido de la oposición. Pese a que no me consta que la AST haya organizado ninguna celebración oficial ni oficiosa, deseo enviar mis felicitaciones a todos aquellos que bajo sus siglas (como independientes, simpatizantes o militando activamente) participaron durante las últimas décadas de la siempre difícil gestión de la cosa pública en la capital de Castilla-La Mancha, desde diferentes puestos de responsabilidad (alcaldes y concejales, jefes de servicio o de sección, asesores, gerentes, delegados, diputados, directores generales y consejeros, cargos académicos...), cada uno a su labor al servicio de la Ciudadanía, en este caso concreto desde el ideario socialdemócrata.
Y felicidades también a los que hoy, en estos tiempos difíciles, lo siguen haciendo porque creen que es la mejor y más sensata opción de progreso, pese a los numerosos votos huidos hacia opciones populistas de nuevo cuño. A muchos de ellos (de antaño y de hogaño) los he conocido y tratado personalmente y sé que se esforzaron y se siguen esforzando por hacer bien su labor cotidiana.
Por ello me duele que muchos descalifiquen a toda la clase política ("son todos iguales", "todos corruptos", "la casta", etc.) ya sean de izquierda, centro o derecha generalizando el desprecio a la totalidad por la mala praxis de unos pocos sinvergüenzas.
Confío en que nuestra pobre España no se deje arrastrar a opciones de extrema-izquierda y extrema-derecha (ambas igual de nefastas cuando se han hecho con el poder), y vuelvan la sensatez y la moderación a la escena política, asumiendo las cúpulas de todos los partidos y sindicatos la necesidad de regeneración que lleva años pidiéndose desde sus respectivas bases. Mientras tanto, mi ánimo a todos los que creen sinceramente en las bondades de la Democracia, militen en la opción que militen, y aportan lo mejor de sí mismos al servicio de la sociedad.
Copio a continuación el artículo sobre la efeméride que acaba de publicar ese gran escritor, biógrafo y periodista que es Enrique Sánchez Lubián, Jefe de Prensa del Ayuntamiento de Toledo.
UN ANIVERSARIO QUE NO SE DEBERÍA OLVIDAR
Los centenarios, aniversarios y efemérides se han convertido en conmemoraciones destacadas para engarzar actividades culturales, sociales y de todo tipo. Toledo lo sabe muy bien: Carlos V, la reina Isabel, la primera edición de El Quijote, El Greco, Santa Teresa, Cervantes, Cisneros,…En estos oropeles la capital de Castilla-La Mancha ha sido generosa con militares, arzobispos, santos, escritores, pintores o personajes que se movieron dentro de los límites ortodoxos de la historia. Una gratitud que, sin embargo, se transmuta en cicatería cuando se trata de honrar a otros, a aquellos que a contracorriente, desde la heterodoxia, también trabajaron por Toledo y los intereses colectivos. Ellos no deben quedar al margen del recuerdo ciudadano. Aquí va un aniversario que no debería dejarse pasar por alto.
El jueves 25 de agosto se cumplen 125 años de la celebración de un mitin obrero en el Teatro de Rojas en el que se constituyó la Agrupación Socialista de Toledo, la tercera de las que por entonces, 1891, estaban organizadas en los que hoy es Castilla-La Mancha. Las dos primeras fueron las de Guadalajara (1880) y Valdepeñas (1887).
En su primer Congreso, el PSOE aprobó que la base del mismo serían las agrupaciones locales, que deberían tener un mínimo de diez individuos.
La fundación de la Agrupación de Toledo se fraguó durante el año 1891, materializándose el 25 de agosto en el Teatro de Rojas durante un mitin protagonizado por el toledano Facundo Perezagua, quien por entonces ya era reconocido líder obrero en Vizcaya.
Mediante grandes carteles colocados en los sitios públicos, los trabajadores fueron citados a las ocho de la tarde en el coliseo. “A la hora indicada –se leía en la crónica publicada en “El Socialista”-, el teatro presentaba un aspecto jamás conocido. En las localidades de preferencia, donde estamos acostumbrados a ver lucir las mejores galas y deslumbrantes alhajas, enseñoreábanse la blanca blusa y el pantalón de vapor”.
Tras glosar la importancia de la unidad obrera para conseguir reivindicaciones como la jornada laboral de ocho horas, de la participación en las convocatorias electorales y la importancia del movimiento cooperativo, Perezagua, quien había sido recibido con una estruendosa salva de aplausos, abordó la política de clase del Partido Socialista:
“Los socialistas –dijo-, no defienden al carlismo ni a los conservadores porque estos partidos son cadáveres, y al lado de los cadáveres no se puede estar mucho tiempo. Los socialistas no defienden a los republicanos, porque estos, a más sostener, como los otros, el régimen de la propiedad individual, tampoco mejoran en nada la situación económica de los trabajadores, como la prueba el que habiendo pasado por el Poder, solo hicieron la ley sobre el trabajo de los niños para no cumplirla. Los socialistas no somos patrioteros porque no conocemos más patria que una: el mundo [...] Nosotros aconsejamos a los obreros a que hagan uso del sufragio universal y de los derechos políticos, no porque creamos que basta con ejercerlos para llegar a la ansiada emancipación, sino porque son medios convenientes para agitar la opinión obrera y demostrar que la libertad burguesa es solo la libertad que tienen los ricos para poder comprar los votos de los obreros después de tratarlos en las fábricas y talleres peor que a las bestias”.
Perezagua concluyó afirmando que el Partido Socialista era el único en el que debían estar los trabajadores para, en unión de los demás socialistas del mundo, “dar la última batalla a la burguesía, en la cual queden hechas pedazos las cadenas que nos sujetan”.
Tras el acto, los socialistas toledanos dieron por constituida su Agrupación. Unos días después, el 5 de septiembre, celebraron una reunión para formalizarla nombrando a su primera ejecutiva: Manuel Reyes (albañil), presidente; Aniceto Castellanos, vicepresidente; Manuel Iglesias, Lino de la Poza y Luis Pintado, como vocales; y Antonio Pérez, secretario.
A finales de año, en las páginas de “El Socialista” se afirmaba que no pasaba día sin que la agrupación toledana registrase el ingreso de nuevos correligionarios.
La euforia que la constitución de la Agrupación despertó en los militantes toledanos, tuvo respaldo siete meses después, en la mañana del domingo 27 de marzo de 1892 cuando Pablo Iglesias, quien unos años antes ya había estado en Toledo asistiendo a las sesiones del congreso que la sección marxista de la Internacional celebró aquí en 1873, dio su primer mitin en la antigua capital imperial, acto para el que a los socialistas, ahora, les fue denegado el uso del Teatro de Rojas, debiendo celebrar la reunión en otro local público.
Sirvan estas líneas como recuerdo de esta importante conmemoración en la historia del movimiento obrero toledano y para que la misma no quede olvidada bajo el peso de la púrpura, el boato, el ensimismamiento y el ombliguismo con que esta ciudad suele dispensarnos su existencia cotidiana.
Os dejo una fotografía de Facundo Perezagua, a quien la ciudad de Toledo dedicó hace unos años la pasarela peatonal de la Fábrica de Armas, con gran disgusto de algún dirigente vecinal, quien no ceja en su intento de cambiarle el nombre, amenazando, incluso, con arrancar con sus manos una placa que allí se puso. También pongo una postal del Teatro de Rojas, de la colección del Archivo Municipal, en cuyo escenario, años después, 1908, Julián Besteiro escuchó por primera vez hablar a Pablo Iglesias y maduró su futura incorporación al PSOE.
E. Sánchez Lubián
